LA OSCURIDAD SE MECÍA
Bajo el farol de la esquina,
entrelazados los cuerpos,
un tango lloraba notas
que embrujaban el silencio.
El paso doble dibuja
en el suelo la barrida,
armonia en bandoneones
al compas de las pupilas.
El la toma por el talle,
la oscuridad se mecía,
ella rodeaba su cuerpo
con la mirada encendida,
la noche advierte en el juego
que esta sudando la vida.
Las caderas van girando
bajo el farol de la esquina,
entre las piernas, danzando,
queda abierto su vestido,
hombre y mujer bailando
en un eje compartido .
Se apaga la luz del faro,
el tango no se ha dormido,
violín , bandoneón y piano
quedan bailando conmigo.
MUJER DEL MUNDO
Música es el viento.
Huele a jazmín la noche.
Aromas de ciudad
inquietan los sentidos,
y se descubre en la sombra
un verso embriagado
con tequila sustraída
de los astros.
Bajo los autos sin rumbo
se despliegan los caminos,
gélida ciudad diseñada
con la exquisitez de un ángel,
donde los amantes
se besan sin pudor.
Tras los vitrales,
yacen dormidos los años,
y una pregunta sin respuesta
se vuelve eco.
¿Por qué grabar en un mármol
tantos nombres?
perpetua memoria que mora
en el viento y se vuelve silencio,
rostros invisibles, sueños atrapados
en el tiempo,
en los muros de esta urbe,
que a fuerza de luces no se apaga,
que a fuerza de voces nunca duerme,
que todos nombran y admiran
por su mágico encanto,
y que hoy he recorrido
estremecida sobre tantos recuerdos,
entre tanta gente, bajo un mismo cielo,
tras otros pasos, junto al mismo verbo
desentrañar la secreta belleza
que guardan sus puentes,
sus mares, sus senos gemelos.
Mujer del mundo, edificada ahora
en mis pupilas.
Pongo un laurel sobre tus labios
y reverencio tu cuerpo
…Manhattan.
A OSHUN.
( Caridad del Cobren)
Escucho un tambor rumbero
la sangre va calentando,
y una mulata bailando
se quita y pone un pañuelo.
Repica, repica el cuero.
Resuena, suena el tambor,
ya se mueven con sabor
los hombros de aquel santero.
Repica, repica el cuero
el paso que va marcando,
un hombre la está mirando
porque al compás del tambor
! la mulata sandunguera
deja al desnudo el pudo!
Nadie se queda sentado,
baila el Congo y el Orisha,
el se abre la camisa
el sudor ya lo sofoca,
canta, baila, gira, toca
el tambor con sabrosura,
ella dobla la cintura,
alza del suelo un acorde,
cruza el salón, casi al borde,
toma un pedazo de luz
y se persigna en la cruz