ROMANCE AMERICANO [1]
I
Mi abuelo vino del norte,
mi padre nació en Achar
y el ancestro de mi abuelo
vino cruzando la mar.
Mi abuela, aún la recuerdo,
reposada dignidad,
estirpe de fundadores
desde su Melo natal.
Trajo mi abuelo italiano
nostalgias de su olivar,
gestó hijos junto a sueños
y vio centenaria edad.
Sangre española y nativa,
mi abuela materna al dar
la vida a mi madre dióme
esta raíz ancestral.
Un abuelo aró mi tierra
con amor y dignidad,
con el sudor de su frente
gozaba su pan en paz.
El otro, enhebrando sueños
saciaba su sed de andar,
polvoriento de caminos
yendo en paz a comerciar.
Mis dos abuelas raíces
eran tierra para amar,
dieron hijos a la vida
y duermen la muerte ya.
Una, me enseñó las trovas
antiguas de Portugal,
la otra, silencios indios
y algún romance casual
II
Crisol de sangres mi sangre,
¿quién me pudiera contar
desde qué remoto origen
viene gozando a cantar?
¿De cuál ancestro los genes
que me hacen llanto y soñar?
¿De cual ancestro los genes
que hacen mi mente vibrar
forjando sueños tremendos
y visiones de otro lar?
De lenguas que desconozco
oraciones siento hablar
y late en mi sangre nueva
una voz universal.
¿Fue tal vez aquel trovero
rey Denís de Portugal
quien me dejó este legado
cual agua de manantial?
¿Fuera tal vez gen itálico
que en misterioso ambular
integrado a mi materia
trae memorias de otra edad?
Tal vez la España guerrera
o la España cultural
me dio este orgullo de casta,
vocación de arte real.
O fue el indio legendario
taciturno en hosquedad
quien me dio el amor al árbol
y el gusto a la soledad
III
Soy la tierra americana,
crisol de oscuro metal,
devota y supersticiosa,
impenetrable y cabal.
Tengo por venas un río
tan ancho como la mar
y bullendo en las entrañas
llevo el fuego de un volcán.
Por el Ojos del Salado
hablo mi voz primordial
y del Iguazú en la risa
canto la luz inicial,
en las inmensas sabanas
dilato la soledad
y al centro, entre bananeros
tengo entraña mineral.
Las leyendas de El Dorado
y las ruinas de Anahuac,
amazonas profanado
y el sigiloso jaguar,
levantan silencios hondos
cual si quisieran gritar,
en el sur ruge el Pampero,
velan dioses en Tikal.
Desando silbos de quenas
en orquídeas de ansiedad
y roja soy con los ceibos
a orillas del Uruguay.
Caminos del continente
vieron mi cobre pasar,
silencioso como el puma
y como el tiempo fugaz.
IV
Aunque a veces me conozco
no sé de mi ser real,
me pienso en alas ensueño
y me pierdo en el volar,
nacida estoy ha milenios
y no por casualidad
voy develando secretos
que ni yo sé donde están.
Voy mirando al infinito
con pupila sin mirar,
estoy muerta de hace tiempo
viviendo en mi ser total,
hablo los nombres dormidos
nombrando mi identidad
y más hablo si es que callo
que si me pongo a nombrar.
Pampa inmensa, verde selva,
ríos de un mar a otro mar,
en secretos cementerios
duermen mis muertos en paz,
en las tumbas profanadas
oro y máscara ritual,
entre las tumbas no halladas
sabe el secreto callar.
América antigua, América,
sabe en silencio rezar
invocando lunas rojas
por un Dios universal.
Mienten el mito inventado
y el arqueólogo rapaz,
solo los textos de piedra
conocen la gran verdad.
V
Oculta está en las entrañas
espinosas del nopal
y en los silencios profundos
de los viejos aimarás,
la gritan a voz callando
los silbidos del sabiá
y las paredes salinas
de la audaz Zipaquirá.
Cerbatanas longicañas
de cubierta palmeral
la dicen mientras curvadas
le dan caza al animal,
los secretos contenidos
en el lago de Atitlán
y montículos de tierra
todavía sin hollar.
Soy la tierra americana
conquistada y sin violar,
virgen de siete secretos
desde el Austro a Canadá.
Me habitan los hombres blancos
que hablan lengua de otro lar
y los mestizos cenceños
que mezclan lengua ancestral,
pero ni el uno ni el otro
conocen mi antigüedad
que enroscada entre la hiedra
canta a la orilla del mar,
pues mi secreto guardado
tan solo se lo he de dar
al hombre de manos limpias
que sepa vivir en paz.
VI
Hubo un tiempo entre los tiempos
de la antigua humanidad,
en que los hombres de cobre
unidos y en libertad,
hablaban la misma lengua,
comían su maíz en paz,
en paz gestaban sus hijos
y sembraban su solar.
Fue antes de templos mayas
antes del dios Quetzalcoatl,
antes del tiempo del Inti
y de armadura en metal,
fue en un tiempo muy remoto
que en mi gen grabado está,
claro llega a mi memoria
y oscuro se va fugaz.
Cuando el tiempo desperece
esta escondida verdad,
iré creciendo en la savia
del árbol de nunca más,
seré semilla volando
hacia la tierra total
y creceré entre el silencio
fragante de luz astral.
Mas, mi América cantando
su canto de azul y sal,
morena de raza arisca
se abrirá de mar a mar.
Y al mostrar su herida amarga
muy dulce amanecerá,
virgen de miel de guayabos
y corazón de ananá.
NUNCA NADIE PREGUNTE
…y dijo la Voz:
No serás menos que luz
ni serás más que a hierba-
Serás un poeta.
Un poeta.
Aquel que se sienta frente a Dios
y le conversa.
El más inteligente de los locos,
el más ingenuo de los inteligentes.
Aquel que dice
las verdades más terribles
en la forma más bella.
Casado con la muerte
desde antes de nacer.
Enamorado loco de las auras del aire
con un corazón sin mentira
que le guarda la frente
y con su sólo un abismo y su sangre
testimoniando el ser.
Un poeta.
Con su pulso sensible
de mito y de ceniza
asomado al origen de la vida.
Dándose en la simiente del agua
y rescatado en la raíz del universo
por el dios de sí mismo.
Desdeñoso
inasible
impensable
y maldito.
Más tierno que un balido
más insondable que el arcano
más desconocido que el viento
más sutil de la luz y la apariencia
más ausente de sí que un muerto
más vívido que sol y que relámpago
más de Todojunto
y menos que presencia.
¿Alguien ha visto alguna vez
la sustancia misteriosa
que forma los espíritus?
Entonces
nadie nunca pregunte
qué es un poeta.