CILIRAS. docx2/ 2
Deciliras* a Juan
LA casa está caliente,
la nieve más allá de los cristales
el sol de los panales
se acerca levemente.
Los libros sueñan con tu mano ausente
y esa luz que les diste y no se apaga.
El tiempo con su draga
no quiebra tu ternura.
El pozo se adormece allá, en su hondura,
Juan, ¿qué más quieres que haga?
LO malo es el frío
ni su fiel campanil tocando a queda,
redoblando a arboleda
muerta en el neverío.
Tengo el cuerpo nostálgico, vacío
de tu boca cuando en mi boca ardía,
irguiéndose, alma mía,
con su miel más callada.
Se me murió tu beso y desolada
camino hacia la umbría.
TE quedaste dormido
con el temblor del cirio que se apaga,
tu corazón no amaga,
calla dentro del nido.
Huele tu piel a noche en el ejido
donde el silencio abre rodadera.
Ya está Dios a tu vera
y con Él te vas yendo;
te vas y yo me quedo reviviendo
tu mano en mi cadera.
TU muerte es cosa mía.
No es de Dios ni del Ángel de la Guarda;
no, de la tierra parda
ni de la noche umbría.
Si acuné entre mis brazos tu agonía
y te arropé cuando el temblor postrero,
¾querido gondolero¾,
que me dejen tu muerte
no vayas con las lluvias a perderte,
paloma, en el calvero.
Ángela Reyes
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