LA CORNÚA DE DIEGO PÉREZ
La cornúa de Diego Pérez,
que a su misma sombra faja,
merodeando está la costa
desde ayer por la mañana.
La calle La Línea entera
jubilosa canta y baila,
pues su enemigo conoce
qué mordida, qué cornada.
Alguien prepara trasmallos,
también chinchorros y trampas,
arpón con mortales dientes,
orden: Si la ven, la matan.
Pero la cornúa sigue
libre y libre entre las aguas.
A veces salta, se muestra,
y las gaviotas le cantan
“Saludad a nuestra amiga
la cornúa de las algas”.
Hoy el hombre continúa
persiguiéndola en su casa.
Ella no viene a la tierra
y la tierra va a buscarla.
Se escucha una voz suicida
“Hela allí, entre las trampas!”
“iLanzadle bien los arpones
con certeza, porque escapa!”
Su cuerpo siente el acero
clavado hasta sus entrañas.
Las aguas de tornan rojas,
violetas las nubes altas.
Y la cornúa, herida,
con fuerza embiste las tablas
y el bote comienza a hundirse
y a hundirse en la lontananza,
rompiendo las perspectivas
del agua contra las aguas…
iNo hay salvación!, alguien grita.
Y el viento malva rechaza
que sus hipocampos carguen
cualquier humana palabra.
Y aún la cornúa prosigue
su ataque desesperado
contra todo forastero
que intente usurpar sus aguas.
La calle La Línea entera
jubilosa canta y baila:
La cornúa de Diego Pérez,
que a su misma sombra faja,
merodeando está la costa
desde ayer por la mañana.