El Pensamiento Martiano (libro de su pensamiento) llega con todo el talento de este patriota cubano. Hombre del acento llano y con la mente de altura, cuando la patria procura medirlo desde el crisol, pide cien metros de sol para medir su estatura.
Cuando a sus ojos caían hollines de las estrellas los arrieros de centellas su polvo azul sacudían. En el asombro le ardían, azorados, los asombros; y de la selva de escombros un enjambre de luceros volaba, con sus jilgueros, a picotearle los hombros.
Por eso el día que un chorro de su sangre, inundó el Cauto, un pueblo inocente, incauto, se fue a llorar frente al Morro. Creyó que el gentil socorro lo iban a mandar del cielo, mas cuan distante el anhelo se hallaba de la conciencia; al morir la “independencia”, de hambre, dolor y desvelo.
Así fue creciendo Cuba de Martí, martirizada, por el mundo deseada como una gigante cuba. Dulces recuerdos incuba de envejecidos guarapos; llega vestida de harapos a distraerse al guateque y cuelga en el bajareque sus luminosos guiñapos.
Queda la estirpe martiana aún con su savia y vigencia multiplicada en la esencia de la gran nación cubana. Hoy espera que un mañana mejor, salga de su encanto, pero a pesar del quebranto jamás mermó en su virtud; ¡le basta que oiga un laúd para despuntar un canto!
NO ES LO MISMO
Aunque tú pienses allá que te llegó un día nuevo es solamente un renuevo de uno que viviste ya. La historia siempre será como noria, repetida; vivimos la exacta vida que vivimos una vez pero uno, como el pez, de su pasado se olvida.
Francisco Henríquez
Yo también tengo mi río que se llama San Andrés; quizá profundo no es como el tuyo, ¡pero es mío! Cercano tuve un bohío junto a una palma de güira, donde templaba mi lira que de mi abuelo heredé y en las noches le canté décimas a mi guajira.